La piel ocupa aproximadamente de 1,5 a 2 metros cuadrados y es el órgano más grande del cuerpo humano. Por ello debemos seguir cuidados específicos para proteger y cuidar la piel del envejecimiento y de agresiones externas como la contaminación o el clima.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y el encargado de actuar como barrera protectora frente al medio externo, como daños químicos o mecánicos, radiaciones ultravioletas...
Teniendo en cuenta estos factores, es muy importante que mantengamos nuestra dermis limpia, empleando para ello productos específicos según el tipo de piel. ¿Tienes dudas acerca de cúal es la tuya? Tienes la respuesta en este vídeo.
Como seguramente sabréis, este órgano se compone de dos capas:
- Dermis: capa media de la piel, de aspecto grueso, elástico y firme, que a su vez se compone de 2 subcapas (capa inferior y capa superior).
- Epidermis: capa más externa que se encarga de proteger frente a bacterias, pérdida de líquidos y toxinas. Consta de 5 subcapas de células llamadas queratinocitos, las cuales son distintas, ya que pasan por el proceso de queratinización (migración a la superficie en la piel de estas subcapas de células).
La capa inferior de la dermis, también conocida como estrato reticular, es la zona profunda y gruesa, encargada de establecer la confluencia de líquidos con el subcutis. Por el contrario, la capa superior, recibe el nombre de estrato capilar y cumple con la función de, en forma de onda, realizar la confluencia definida con la dermis.
Funciones de la dermis
Siguiendo con la dermis, sus principales componentes son el colágeno y la elastina, los responsables de aportar fuerza y flexibidad a la piel.
El paso de los años, el sol y el estilo de vida, provocan un fuerte impacto sobre el colágeno y la elastina. ¿Qué quiere decir esto? Que conforme vamos envejeciendo, esta producción natural de elastina y colágeno disminuye, y también lo hace también la capacidad de la piel para fijar agua.
Recordemos que la dermis está compuesta por fibras impregnadas de una sustancia que contiene ácido hialurónico, la cual posee una gran capacidad para fijar agua y contribuir a mantener el volumen de la piel.
Y ahora os preguntaréis, ¿Cuál es la consecuencia de esta pérdida de colágeno y elasticidad? La más visible es la aparición de arrugas, flacidez y aspecto de la piel menos tonificado y más envejecido.
Por ello, es importante que protejamos la dermis, ya que su papel es clave para mantener el buen funcionamiento del organismo y, además, es la responsable también de nutrir las capas más externas (y su textura) de la piel desde el interior.
- Amortigua golpes externos, gracias a su textura firme y gruesa. Una vez producido el daño, los tejidos conectivos (fribroblastos y mastocitos) contribuyen a curar las heridas.
- Nutre la epidermis a través de los vasos sanguíneos.
- Liberan sebo de la piel, así como agua y ácido láctico de su superficie, función que cumplen las glándulas sebáceas y glándulas sudoríparas de las que se compone la dermis. Además, estos líquidos se combinan entre sí para formar la película hidrolipídica.
¿Cómo cuidar nuestra piel?
Todos sabemos que no podemos evitar que nuestra piel no envejezca. Sin embargo, si podemos contribuir a atrasar este envejecimiento y a que sus consecuencias sean menores. Si aún tienes dudas acerca de qué tipo de piel tienes, te dejamos estos consejos para que puedas identificarla de manera rápida y sencilla.
¿No sabes cómo hacerlo? Sigue leyendo que desde Farmaciasdirect vamos a darte unos cuantos tips para atenuar estos signos de la edad sobre tu piel. Evitar la exposición en exceso a la luz solar, ya que no solo causa sequedad y quemaduras, también, a largo plazo, pueve provocar envejecimiento prematuro de la piel o, incluso, cáncer.
Nuestra piel no solo está expuesta al sol cuando vamos a la playa o a la piscina, también cuando salimos de casa. Por ello, debemos usar, cada 2 horas, después de nuestra crema hidratante, protector solar con SPF 15 (como mínimo) y en el caso de los niños SPF 30, para bloquear el daño provocado por las radiaciones ultravioletas.
Y como acabamos de mencionar, incorpora en tu rutina de cuidado facial la hidratación. ¿El motivo? los niveles de agua están equilibrados y la barrera protectora, más fortalecida y flexible, lo que hace que la piel esté protegida de agentes externos como la contaminación o el clima.
Además, previene la sequedad, mejora el aspecto de la piel, al eliminar la retención de líquidos (que se acumulan en los párpados por ejemplo), evitar la aparición de imperfecciones y devolverle a la dermis su brillo y tono natural.
Pero, lo más importante, ante cualquier síntoma que observes en tu piel, acude a tu dermatólogo. Él se encargará de hacerte una biopsia o el estudio pertinente para determinar qué tratamiento debes seguir para que tu dermis se recupere.